“Yo era una muñeca japonesa frente al espejo redondo. La cajita de mùsica me achinaba los ojos mientras bailaba la bailarina sobre la cuerda de mis dedos de los pies. Yo tenìa la peluca de luz para atravesar el espejo. Yo estaba lejos del hombre con traje descabezado, que me esperaba en el patio del fondo. Yo querìa ser blanca como una ninfa corriendo desnuda la luna. Vos eras mi muñeco, vos eras yo en el espejo, yo te amaba como a mí misma o como a la infancia. Yo querìa ablandarte, derretir la momia de tus sentimientos, descongelarte los ojos de sirena. Yo era japonesa y soberbia en el espejo pero vos no veìas la luz de la tarde reflejàndose en mí, porque eras como una tuerca o un alhambre con ojos azules. Yo tenìa linternas en los ojos, y si te miraba los ojos atravesaba lo hueco, me caìa en un pozo. Yo te amaba màs que a mí misma y querìa saltar. Tenías un trajecito y una corbata y eras igual al hombre de traje descabezado del patio del fondo.”
Dentro del vasto laberinto que es Internet, se esconden mundos dentro de mundos. Extrañas historias son gestadas en ese infinito mar de bits. Narraciones de vastas epopeyas cotidianas, llenas de pequeñas bajezas y grandiosas epifanías.
En él existen seres luminosos, omniscientes entidades de frío intelecto que nos hacen sentir nuestra chatura e ignorancia, y terribles monstruos, oscuras y fanáticas criaturas llenas de un odio tal que devoran ideas y pensamientos de aquellos internautas que, incautos, se sumergen en sus temibles profundidades.
Pero hay otros habitantes, quizá los menos, que no son ni una ni otra cosa. No son sombras protervas ni luz enceguecedora. Son personajes que transitan los vericuetos electrónicos cual si fueran fantasmas, no asustando pero si arrullando y protegiendo con su presencia a aquellos que tienen la fortuna de conocerlos. Sus palabras y sus pensamientos se hacen sentir a lo largo de toda la red… y nos muestran parte de la auténtica verdad que se esconde tras la realidad de nuestras vidas que consideramos aburridamente cotidianas.
Tal es el caso de Candelaria Frías, un auténtico fantasma en la máquina… una bella persona que quisiera creer que existe más allá de la realidad de mi pantalla.
Tuve la oportunidad de conocer su trabajo fotográfico a través de la red social conocida como Facebook… y encima, de pura casualidad. A veces pienso que el destino, esa ubicua entidad que parece regir caprichosamente nuestras existencias, estuvo implicado en todo eso… y bien que hizo.
No caben dudas que Candelaria es una exquisita fotógrafa que sabe recrear ambientaciones en donde una inquietante y hermosa locura parece ser la dueña absoluta. Su muñeco Robertito, un personaje por cierto arquetípico, es un reflejo deformado del proceso intelectual humano. Su frío rostro de madera y sus ojos parecen casi vivos ante el implacable ojo de la cámara y a la imaginación de quien se halla detrás de la misma.
¿Quién es más irreal? ¿Muñeco Robertito o nuestro lobotomizado modo de vida?
Quizá, observando la inquietante obra fotográfica de Cande, se podrá llegar a encontrar alguna respuesta a ese interrogante.
EL DULCE ENCANTO DE LA LOCURA: Reportaje a Candelaria Frías
-Particularmente yo te conocí a través de tus fotografías y tus escritos que aparecen en Facebook ¿Qué me podés decir sobre esos extraños relatos que cada tanto publicás en tu muro?
-Todos ellos pertenecen a un libro de poemas que estoy escribiendo desde hace un tiempo. Le puse el nombre de“Putopía”.
-¿Qué es "Putopía"?
-"Putopía" es el nombre de una isla imaginaria en donde conviven una serie de personajes muy atípicos como Las Naifonas… Naifón y Nainfla, un caballo asmático, un delfín ciclotímico y una sirena gélida. Esta obra no es solo un escrito, ya que por lo general me gusta mucho mezclar lo literario, lo audiovisual y lo teatral en todo lo que hago.
-Hablando de lo que hacés ¿En que proyectos estás embarcada?
-En estos momentos estoy ensayando, junto a Ana Livingston y Soledad San Emeterio, una obra de mi autoría llamada "Narco Naif", que espero podamos estrenar este año. La escribí para actuarla junto a mi gran amiga Ana. Los personajes tienen relación directa con nuestros deseos y frustraciones. El gran tema de la obra es "la ficción" y la concordancia del creador con lo creado. Soledad San Emeterio hace la dirección de actores y, junto a Martin Ameztoy, nos encargamos de la realización audiovisual. La obra es cinemática.
-¿Qué es exactamente "Narco Naif"?
-El Narco Naif no se sabe si es un movimiento, un estilo o soy yo. El nombre lo puso Martín Ameztoy, mi íntimo amigo fotógrafo con el que he pasado largas horas jugando con fotos, poemas y filmaciones. Él dijo que lo que yo hacia era Narco Naif, y yo me lo tomé en serio. ¿Qué es el Narco Naif? Narco se relaciona con lo narcótico, lo onírico, lo surrealista, lo Dark, y naif es la infancia, que es mi gran tema de fondo. El término Narco Naif derivó en diferentes sustantivos, adjetivos y hasta nombres propios que aparecen en mi poética: las Naifonas, Naifón, Nainfla son nombres de personajes que nacieron de la palabra que me regaló mi amigo. Casi todo lo que hago es Narco Naif. Me sale así.
-¿Qué libros te gustan leer?
- Rayuela de Julio Cortázar, la poesía de Alejandra Pizarnik, El Quijote de Cervantes y La metamorfosis de Frank Kafka.
-¿Cuál es tu proceso creativo?
- Como te dije, me gusta mezclar lo literario, lo audiovisual y lo teatral. Una cosa potencia la otra. La serie de fotos que sacamos con Robertito nos inspira y queremos filmar un video clip, algo que nunca habíamos pensado en un principio. Mis tempranas pasiones (desde la infancia) eran escribir y actuar. La fuerza de mis textos radica en las imágenes visuales, por eso creo que el cine y la fotografía surgieron en mí como un proceso natural. Lo que hago me sale de adentro, a veces me avergüenzo de la falta de técnica, pero entiendo que lo mío no va por ahí. Mi arte está en esa inocencia, solo se trata de "jugar", de seguir la corriente del Narco Naif.
-¿Cuáles son tus influencias creativas?
- Sumamente variadas. Puedo nombrarte a Federico Fellini, Esperando la Carroza, Final de Partida de Becket, Alejandra Pizarnik, "De eso no se Habla" (película de María Luisa Bemberg), "Seis personajes en busca de un autor", "El bebe de Rosemary", Eugene O. Neill, especialmente: "El luto le sienta a Electra", solo por nombrarte algunas.
-¿Qué me podés decir de Muñeco Robertito y el bizarro universo que parece rodearlo?
-Robertito es de Axel (un ex vecino). Tuve la suerte de conocer a Robertito una noche que, según recuerdo, no paraba de hablar y eso fue una experiencia fuerte para mí. Él tiene vida propia y decide cuando cobrar vida. Dentro de un mes vamos a filmar y lo único que tengo claro es que quiero sorprender a los actores, entre ellos a Robertito. Que no sepan lo que va a suceder esa tarde. Me la paso fantaseando todo tipo de sorpresas. El poema que aparece en este blog, está inspirado en la foto de Robertito que la acompaña.
-Para ir terminando ¿Qué es lo que te gustaría hacer y que hasta el momento no viste cumplido?
-Mi largometraje… “Fragmentos de un espejo roto". Ese guión me llevó dos veces de viaje. Una vez fue a Madrid en el 2006 con una beca de la Fundación Carolina y otra vez, en el 2008, a Río de Janeiro con una beca del Instituto Cervantes. Quiero filmarlo, ojalá suceda. Es un deseo muy fuerte que tengo.
-Gracias por tu tiempo…
-Un beso grande y mil gracias a vos.
"Nainfla y el Piloto de la nada habìan desaparecido de la isla para siempre o nunca habìan existido. No me habìan dejado ni un zapato para abrazarme. No encontrè pisada en todas las partes de la isla que no fuese mìa, estaba siempre mi pie clavado en la arena. Yo era mi isla, yo era todos los pies en las partes raras e infantiles de Putopìa. El espejismo en el horizonte me devolvìa la melancolía de mis ojos por los barcos con piratas que nunca llegaban a raptarme. Las deslanchas se amontonaban en ese cementerio de mar que me iba acorralando con sus huesos y sus redes. Las sombras de los que yo habìa creìdo amar desaparecìan de los espejos. Los peces de vidrio se empañaban cuando la ballena afònica cantaba fado y asomaba su ojo de perro cuando me llovìan las làgrimas. Escribì sus nombres, los sepultè en las botellas de vino de los pescadores borrachos, escuchè el alarido que salìa de mì y que nadie…. La ballena sorda nadaba escoltando a mis muertos y cantaba afònica sobre mi grito invisible un fado desgarrado.”
Tal como lo han demostrado mis amigos Candelaria Frías y Alejandro Boira, a todos aquellos interesados en mandar algo de sus trabajos (fotografia, ilustraciones, bocetos o lo que sea) escríbanme a:
¡No sean vagos porque, quien les dice, la puerta de la fama pueda llegar estar abierta para cualquiera de ustedes!