Dentro del vasto universo de la ciencia ficción literaria, existen numerosas vertientes creativas. La Space Opera nos narra las epopeyas espaciales en donde gigantescas naves atraviesan el universo a velocidades más allá de lo imaginado. Los viajes en el tiempo nos llevan hacia el pasado que fue y hacia el futuro que será. Las narraciones de invasiones extraterrestres se encargan de mostrarnos a fríos e inclementes alienígenas dispuestos a destruir nuestro modo de vida. También están aquellas historias que nos describen catástrofes naturales de carácter global o aquellas creadas por la soberbia del hombre. Y también tenemos a los robots y a las computadoras, increíbles maravillas tecnológicas que resultan ser más poderosas que sus propios creadores y muchas, muchas más.
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-VADIM VOITEKHOVITCH- |
Y entre todas ellas podemos destacar, por lo menos para mi gusto, un tipo de ciencia ficción que me resulta bastante fascinante: el Steampunk.
Las historias de ficción englobadas dentro del subgénero Steampunk describen un retrofuturista mundo ucrónico situado a fines del siglo XIX (por regla general en la Inglaterra victoriana) en donde la tecnología basada en el uso del vapor (Steam significa vapor en ingles) y la combustión a carbón ha alcanzado cotas jamás imaginadas.
En dichas narraciones se hace hincapié en el desarrollo de gigantescas naves aéreas, vehículos, trenes, barcos sumergibles y robots basados en ese primitivo método de generación de energía, que era tan común en esos tiempos en que la incipiente era industrial maravillaba a toda la humanidad. La misma vio la luz en la década de 1980, gracias a autores que ya habían incursionado previamente en el Cyberpunk (variante fantástica en donde se describe un futuro decadente caracterizado por un gran desarrollo tecnológico).
Pero, para hablar del Steampunk debemos remitirnos a dos de los más grandes autores de fines del siglo 19. |
-OTROS TRABAJOS DEL ILUSTRADOR- |
Uno de ellos fue Julio Verne (1828-1905), cuyas novelas científicas -20.000 Leguas de Viaje Submarino, De la Tierra a la Luna, París en el siglo XX y Robur El Conquistador- nos muestran las posibilidades del desarrollo tecnológico de la civilización industrial.
El otro fue H. G. Wells (1866-1946), cuyas narraciones fantásticas (La Máquina del Tiempo, El Hombre Invisible, La Guerra de los Mundos y La Isla del Dr. Moreau) lo transformaron en el padre de la ciencia ficción moderna.
Tampoco podemos dejar de lado la inventiva del gran Leonardo da Vinci (1452-1519), cuyas particulares visiones del futuro de la humanidad sirvieron de base para la literatura de ciencia ficción y todos sus derivados, entre ellos el Steampunk.
Otra de las fuentes de este género literario puede ser encontrada en los inicios mismos del cine. Tal es el caso de la obra del padre de la ciencia ficción cinematográfica: George Melies (1861-1938), cuyos cortos en donde se mezclaba la magia y la tecnología nacida a finales del siglo 19 (Viaje a la Luna -1902- y Viaje a Través de lo Imposible -1904-) se encargaron de marcar a toda una generación de cineastas y escritores de ciencia ficción.
En la actualidad el Steampunk, junto a su hermano mayor el Cyberpunk, gozan de alta estima entre los lectores de libros y comics, pues esos bizarros mundos alternos en donde la historia ha tomado un rumbo totalmente diferente al que realmente fue se encuentran abiertos a una infinita serie de probabilidades creativas de gran interés.
Entre las novelas más conocidas podemos nombrar a Morlock Night de K. W. Jeter (la primera obra conocida dentro de este género), Las Puertas de Anubis de Tim Power, La Máquina Diferencial de William Gibson y Bruce Sterling, La Máquina Espacial de Christopher Priest, Antihielo de Stephen Baxter y el comic La Liga de los Caballeros Extraordinarios de Alan Moore y Kevin O´Neill.
En el terreno de la ilustración, tema que nos cabe en este blog, las influencias del Steampunk pueden remitirse a la labor de Albert Robida (1848-1926) un dibujante, caricaturista y periodista francés que se encargó de diseñar una serie de máquinas y aparatos imposibles de ser concebidas en la época en las cuales las realizó.
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-DIE DAMPFSTREIFE- |
Un más que digno representante de este tipo de ilustraciones es sin duda Vadim Voitekhovitch, nacido en la ciudad de Mozyr (Belarus). Estudio en el Bobruisk Art College y, si bien ha realizado numerosos y variados trabajos, su mayor logro fue el retratar de manera muy realista el modo de vida del siglo XIX y la variante fantástica originada a partir de la misma.
Su magnífica técnica, entre las que se destacan el uso el oleo y las acuarelas, se encargan de mostrarnos una fascinante realidad retrofuturista en donde la vida cotidiana de ese pasado victoriano se codea con gigantescas máquinas aéreas, robots y otros increíbles instrumentos nacidos a expensas de la incipiente era industrial que caracterizaron esos tiempos.